25 de noviembre y a las 22h. celebramos el cumple de Mery.
Es la hora de comer y me invitan a degustar un primer risoto para mi gusto "estrella", máxime viendo y oliendo el empeño y cariño con el que fué preparado. Es la segunda vez que veo y comparto mesa con Miguel Ángel, que no sé que parte me toca de familia y que es el progenitor junto a Rosa de "ella". Esa mujer que ha hecho que uno de mis seres queridos tenga la oportunidad de saborear la felicidad y de rendir homenaje a la entrega y a eso que llaman amor y conozco de lejos. Después del manjar, viene, como no, la siesta de rigor y posterior los preparativos con desgana de la fiesta de cumpleaños de Mery, la asturiana de palo que tiene la mente y no la noción en México (arriba Zapata...) y no sabe si cocinar es un palabro o el nombre de un político ruso. Una vez en su casa me siento como en la mía y ahí, al lado, en el sofá, estaba la inquebrantable mujer a la que no me atrevo a mirar fíjamente a los ojos porque me he tirado tantas veces a la piscina (inusual en mi) que ya no me cree y se piensa que todo es una gracia cuando en realidad ella podría sacarme del agujero. Ni caso, muy buen rollito pero ignora mis detalles. Ya no sé que hacer y mis amigos deciden irse con lo cual todo queda en otro recuerdo y a casa se ha dicho. Bonna notte y mañana domingo.
Luigi...
No hay comentarios:
Publicar un comentario