UNA DE MERO
Wednesday, October 25, 2006
Todo comienza un domingo del 2001, trabajando en el mundo de la música, ya sabes, glamour, despiporre, nocturnidad, mujeres, vicios (casi todos sanos) y sin que falte ese toque de locura. Son las 14´30, estamos en San Lucar de Barrameda (Cádiz) de promoción con un grupo de música de moda en aquel entonces y es la hora de llenar el buche, después de una larga jornada de radio en radio y alguna tele que otra para dar a conocer a esos chavales que un día tuvieron la suerte de cruzarse en el camino de Pepe (magnate a todos los niveles) y que su primer single sonaba en todas las discotecas de moda. Aquella Niña de la que hablaban terminó conquistando el corazón del cantante y dándole otra vida. Bueno, hasta aquí todo normal. Decidimos parar a comer en un restaurante de buen porte, finas servilletas y camareros un tanto pedantes a la hora de servir el vino, un crianza del ´98, macerado tres años en barrica, ¡¡joder que rico!! Prado Rey, creo recordar, un Ribera de Duero... bien, después de unos entrantes espectaculares invade la mesa aquella bandeja plateada (que algunos utilizarían para otros menesteres) con unos bichos con patas que se llamaban bogavantes, que se dejaban comer y un arroz que ni los japoneses hubiesen dado con ese punto de cocción. Recuerdo que ese día no pude ni cenar porque solo tenía en mi coco tenazas y a una de las camareras, morena ella, con la que me hubiese gustado ser padre de sus hijos y con la que no tuve la oportunidad de cruzar ni una sola palabra. Si pudiese retornar a aquel momento, mi vida hubiera o hubiese cambiado. Seguro que viviría al lado de la playa en una casita de planta baja, tendría 2 churumbeles y ojos solamante para esa mujer que me hace perder la noción del tiempo. Nunca todo es tan bonito, por eso vivo solo, pongo mis fotos cada vez que escribo algo y mi mundo es mi madre (por duro que parezca) y mis amigos, que los cuento con dos dedos de la mano izquierda (por ser zurdo). Después de todo, siempre me quejo, no tengo nada material pero me levanto todos los días con la esperanza de que sea distinto, que algo me motive y que esa mujer del restaurante exista. al final seré como un bogavante, terminaré agradando a alguien que no tenga nada que ver conmigo.
Luigi, la calva
Luigi, la calva
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